sábado, octubre 03, 2009

chamana interior

La chamana interior

En uno de mis últimos talleres de tarot junguiano una de mis alumnas me contaba sus sueños, ya que parte del trabajo en el curso consiste en anotar los mismos y ver qué relación tienen con los arquetipos que vamos viendo a lo largo del curso. Los sueños eran verdaderamente increíbles. El que quiero compartir aquí es uno que me pareció muy revelador.
Mi alumna, una psicoanalista de mediana edad se sentía un poco abrumada con los nuevos conocimientos. Sentía que alejarse un poco de Freud para acercarse a Jung le generaba cierta inquietud. Yo intentaba estimularla, darle tranquilidad. Sus sueños revelaban que estaba en el camino correcto, no sería fácil, pero era necesario ampliar su mirada.
En varias oportunidades soñó con una anciana que se sentaba a su lado en caminos pedregosos, desérticos, paisajes que recordaban a Bolivia, la mujer simplemente la acompañaba sin decir palabra. Era una especie de indígena, parecía una mujer sabia. La anciana aparecía siempre en sus sueños de la misma manera. Un día me comentó que sentía que la mujer la acompañaba en su vida diaria, se sintió algo asustada. Le expliqué que no tenía porqué preocuparse, cuando trabajamos con los arquetipos estos se activan en nuestro inconsciente y de alguna manera los hacemos conscientes. Evidentemente, este arquetipo tenía un mensaje para ella, algo quería decirle. Le dije. “Tenés que reencontrarte con tu chamana interior”. Le propuse entonces un ejercicio que utilizaba Jung con sus pacientes, la imaginación activa. En la tranquilidad de su casa tenía que cerrar los ojos y conectarse con la chamana, verla tal cual se le había aparecido en los sueños, luego de hacer conexión iba a preguntarle si quería transmitirle algo, con el corazón abierto, en estado de meditación estaría abierta a recibir el mensaje.
Me quedé pensando en el ejercicio, me preguntaba qué resultaría de todo esto. Sin embargo, estaba segura que el resultado sería productivo, mi alumna era una mujer con una gran conexión con su alma y por otra parte, su intuición también le decía que había algo importante a descubrir.
En la siguiente clase me comentó que había realizado el ejercicio. Conectó con la imagen de la anciana y apenas lo hizo empezó a escribir sin parar hasta que perdió la noción del tiempo. En un tono casi poético su chamana le pedía que siguiera en este camino de auto-descubrimiento, que atravesara su desierto interno con esperanza, que siguiera su estrella en medio de la noche, que tenía que ser como Arica, la ciudad de la eterna primavera (el nombre de la ciudad era desconocido para ella, supo de aquella en internet). Amor, sanación, sabiduría, regeneración, esos eran los ejes del mensaje. Mientras lo leía en medio de la clase se emocionaba y yo con ella. De alguna manera sentí que el mensaje también era para mi alma, no para mi ego. Di gracias por este regalo, por la posibilidad de ser yo también la compañía de los otros en sus desiertos, en la búsqueda de su propia luz.